En amor y compañía,
con numerosos testigos,
dos hombres, no sé si amigos,
estaban jugando un día.
Y a ti, que vas a escuchar
el cuento, diré de paso,
por ser cosa que hace al caso,
que no era juego de azar.
Estaba el un campeón
silencioso, concentrado,
sin mirar a ningún lado
ni oír la conversación,
y contraída la frente
y su rostro echando fuego,
cual si tuviera deljuego
honor y vida pendiente.
El otro, que las jugadas
piensa muy pocos instantes,
charla con los circunstantes,
y da grandes carcajadas.
Y sin cuidado maldito,
ni callado está ni quedo;
si gana, le importa un bledo,
si pierde, se le da un pito.
Había en la concurrencia,
de diversa catadura,
un hombre de edad madura,
y un joven ain esperiencia.
Preguntóle el viejo: «¿Cuál
de aquellos dos jugadores
con circunstancias mejores
te parece, y más formal?»
«¡Bah! -dijo el mozo-, pues cabe
buena duda en mi opinión:
el uno un botaratón,
tan serio el otro, tan grave.»
«¡Qué solemne disparate
crees! -repuso el anciano-;
apostara yo una mano
en favor del botarate.
¡Por dios, que ha de tener seso!;
y ser un gran calabaza
con toda su grave traza
pensativo el otro y tieso.
El de actividad febril,
el de meditar capaz,
busca un rato de solaz
en la diversión pueril.
Mas la pueril diversión,
es objeto de gran precio
porque busca en ella el necio
no descanso, ocupación.
Mira el uno con desden
las victorias de tablero,
piensa el otro majadero
que mucho lustre le den.»
Mal sienta la gravedad
en negocio que no es grave.
A majaderia sabe
y trasciende a vanidad.
Al notar esta señal
quedo para mí dudando
si quien es formal jugando
jugará en casa formal.
Concepción Arenal (El Ferrol, 1820 - Vigo, 1893). Estudió en Madrid Derecho, Sociología, Historia, Filosofía e idiomas, teniendo incluso que acudir a clase disfrazada de hombre. Colaboró con Fernando de Castro en el Ateneo Artístico y Literario de Señoras, precedente de posteriores iniciativas en pro de la educación de la mujer como medio para alcanzar la igualdad de derechos. Dedicó buena parte de un inagotable activismo social e intelectual al estudio crítico de la realidad penal española. Se sirve de la experiencia acumulada en el desempeño de cargos oficiales de visitadora de cárceles de mujeres de A Coruña (1863) e inspectora de casas de corrección de mujeres (1868-1873) y, sobre todo, de su talento, sensibilidad e intuición para la redacción de obras que la sitúan en un puesto de gran relevancia en estudios penales europeos: Cartas a los delincuentes (1865), Estudios penitenciarios (1877). O visitador do preso (1893) es una de las obras de referencia para el estudio de las ideas centrales de su pensamiento penal. Valiente y adelantada a su tiempo, partidaria de un sistema penal moderno que hiciese posible la corrección del preso, las aspiraciones reformistas de Arenal se materializan con la llegada de la Segunda República.