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El pajarero, de Concepción Arenal | Poema

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Poema en español
El pajarero

En cierto lugar había 
un ricacho solterón 
con la más rara afición, 
o si se quiere manía. 

Y era pájaros juntar, 
con maña domesticarlos, 
y aun a algunos enseñarlos 
palabras a pronunciar. 

Paróse allí un viajero 
sabio, modesto e ignorado; 
habláronle de contado 
del famoso pajarero. 

Ansioso de conocer 
cuanto hallare útil o extraño, 
y por no sufrir engaño, 
fuélo por sí mismo a ver. 

Pájaros halla en la era, 
pájaros doquier que pasa, 
estando toda la casa 
convertida en pajarera. 

Mas cuando crece su pasmo 
es al escuchar al dueño 
que le habla con grande empeño, 
con increíble entusiasmo. 

«¡Oh! -le dice-, es compasión, 
porque tú, señor, no sabes 
lo que ser pueden las aves 
dándoles educación. 

Mil especies que hoy se crían 
y viven abandonadas, 
si estuvieran educadas, 
no lo dudes, hablarían. 

¿En la rama de abedul 
ves esa ave no pequeña 
que, batiéndolas, enseña 
sus alas de hermoso azul? 

Un año hará para mayo 
que la enseño cual se debe, 
y espero que hablará en breve 
tan bien como un papagayo.» 

«Escucha, santo varón, 
-respondióle el viajero- 
que tu paciencia y dinero 
gastas con tal profusión: 

¿de quién la dicha se labra 
con que así extiendas, profuso, 
no ya de razón el uso 
mas sólo el de la palabra? 

En vez de enseñar a hablar, 
fueras a la humanidad 
muy más útil, en verdad, 
si enseñaras a callar.» 

Concepción Arenal

Concepción Arenal (El Ferrol, 1820 - Vigo, 1893). Estudió en Madrid Derecho, Sociología, Historia, Filosofía e idiomas, teniendo incluso que acudir a clase disfrazada de hombre. Colaboró con Fernando de Castro en el Ateneo Artístico y Literario de Señoras, precedente de posteriores iniciativas en pro de la educación de la mujer como medio para alcanzar la igualdad de derechos. Dedicó buena parte de un inagotable activismo social e intelectual al estudio crítico de la realidad penal española. Se sirve de la experiencia acumulada en el desempeño de cargos oficiales de visitadora de cárceles de mujeres de A Coruña (1863) e inspectora de casas de corrección de mujeres (1868-1873) y, sobre todo, de su talento, sensibilidad e intuición para la redacción de obras que la sitúan en un puesto de gran relevancia en estudios penales europeos: Cartas a los delincuentes (1865), Estudios penitenciarios (1877). O visitador do preso (1893) es una de las obras de referencia para el estudio de las ideas centrales de su pensamiento penal. Valiente y adelantada a su tiempo, partidaria de un sistema penal moderno que hiciese posible la corrección del preso, las aspiraciones reformistas de Arenal se materializan con la llegada de la Segunda República.

  • La pera verde y podrida, de Concepción Arenal | Poema

    Concepción Arenal

    Iba un día con su abuelo 
    paseando un colegial, 
    y debajo de un peral 
    halló una pera en el suelo. 

    Mírala, cógela, muerde, 
    mas presto arroja el bocado 
    que muy podrido de un lado 
    estaba, y del otro verde. 

  • El gorrión y la hormiga, de Concepción Arenal | Poema

    Concepción Arenal

    Iba un día cierta hormiga 
    del verano en lo más recio, 
    sudando a más y mejor, 
    camino de su granero. 
    Salió al paso y la detuvo 
    un gorrión muy atento, 
    haciendo una cortesía 
    cual pudiera un palaciego. 
    Ella fría contestóle 

  • El lobo murmurador, de Concepción Arenal | Poema

    Concepción Arenal

    Entre las breñas de un cerro 
    un día de gran nevada, 
    un lobo a su camarada 
    hablábale así de un perro: 

    «Es un maldito vecino, 
    tan camorrista y cruel 
    que, para estar libre de él, 
    ya se necesita tino. 

  • El retratista, de Concepción Arenal | Poema

    Concepción Arenal

    Quiso retratarse un tuerto, 
    llamó al efecto a un pintor, 
    y no tuvo el buen señor 
    en verdad, muy buen acierto. 

    Retratole de perfil 
    del lado del ojo sano, 
    y el hombre le dijo: «Hermano, 
    este no es Mateo Gil. 

  • El sobrio y el glotón, de Concepción Arenal | Poema

    Concepción Arenal

    Había en un lugarón 
    dos hombres de mucha edad, 
    uno de gran sobriedad 
    y el otro gran comilón. 

    La mejor salud del mundo 
    gozaba siempre el primero, 
    estando de enero a enero 
    débil y enteco el segundo. 

  • Los gemelos, de Concepción Arenal | Poema

    Concepción Arenal

    Robusta sucesión y numerosa 
    recibió el amor propio de los cielos: 
    Orgullo y Vanidad, tuvo gemelos 
    a riesgo de la vida de la esposa. 

  • El testamento del león, de Concepción Arenal | Poema

    Concepción Arenal

    Cerca se hallaba un león 
    de sus dolores postreros, 
    y tigres, panteras, lobos, 
    todos amigos o deudos. 
    Dábanle muy compungidos 
    mil inútiles consejos, 
    meditando cada cual 
    por qué industria o por qué medio 
    pescará la mayor parte 

  • La rosa y la espina, de Concepción Arenal | Poema

    Concepción Arenal

    Fresca, olorosa, lozana, 
    de tentarle muy capaz, 
    cogió una rosa un rapaz 
    de mayo cierta mañana. 

    El triste no imaginó 
    que, en objeto así precioso, 
    nada hubiera de dañoso, 
    y una espina se clavó. 

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