'El perro hambriento y el harto', de Concepción Arenal | Poema
Título: El perro hambriento y el harto
Autora: Concepción Arenal
Narrador: Francisco Fernández
El perro hambriento y el harto
Ello no se sabe cómo,
un perro de nariz lista
de una despensa provista
robó de cerdo un gran lomo.
De aquellas tajadas tiernas
llenar la tripa vacía
pensaba, y se relamía,
huyendo rabo entre piernas.
Cuando en paraje se vio,
seguro, a su parecer,
ansioso empezó a comer;
y un amigo que le vio,
perro de una solterona,
que harto por demás estaba,
dormía en cama y pasaba
la vida más regalona,
viendo con qué buena gana
cuenta iba a dar de su presa,
dijo: «Veo con sorpresa
que no piensas en mañana.
Comes hasta reventar
y es bien absurdo, a fe mía,
sabiendo que al otro día
no tienes para almorzar.
Un poco de sobriedad
cual perro avisado ten;
mañana te sabrá bien
encontrar la otra mitad.»
«Quien tal absurdo aconseja
y en ese tono tan grave
-respondió el otro- no sabe
lo que puede el hambre añeja.
Al que desde la niñez
la tripa vacía tenga,
no hay cosa que le contenga
si puede hartarse una vez.
Vicio se llame o delito
es más fácil, en verdad,
sufrir la necesidad,
que enfrenar el apetito.»
«Fuera -dijo el regalón-
insistir tiempo perdido;
eres perro envilecido
digno de tu condíción.»
diciendo esto se alejó.
A poco murió su ama
y ni regalos ni cama,
ni aun qué comer encontró.
Tras muchos días hambriento
logró hacer una gran presa,
y dándose a comer priesa
devoróla en un momento.
El otro que fue testigo
de su gran voracidad,
díjole: «¿Y la sobriedad
que predicabas, amigo?»
«¡Ah! -replicó el consejero-,
muy necio fui, bien lo sé,
cuando de males hablé
que yo no sentí primero.»
Es tan común como injusto
de un cuitado al ver la pena,
«Su conducta no fue buena»
exclamar con ceño adusto.
Tu que así airado repruebas,
que acusas con acritud,
dime, ¿tu austera virtud
ha sufrido muchas pruebas?
Tú que exiges heroísmo,
que juzgas con tal rigor,
¿fueras acaso mejor
viéndote en el caso mismo?
No condenes con dureza
creyéndole pervertido
al mísero que ha sufrido
la desgracia y la pobreza.
Y cuando tu fallo des
no te olvides de una cosa:
que es la culpa muy dudosa
y que el dolor no lo es.
Casi siempre es injusticia
la austera severidad,
y la dulce caridad
es casi siempre justicia.
El temple
«¿Decidme por qué razón
uno al hierro, otro al acero,
comparaba D. Antero
a Nemesio y a León?»
«Porque con los dos metales
gran semejanza se advierte:
uno débil, otro fuerte,
vinieron al mundo iguales.
...El sobrio y el glotón
Había en un lugarón
dos hombres de mucha edad,
uno de gran sobriedad
y el otro gran comilón.
La mejor salud del mundo
gozaba siempre el primero,
estando de Enero a Enero
débil y enteco el segundo.
...El pajarero
En cierto lugar habia
un ricacho solterón
con la más rara afición,
o si se quiere mania.
Y era pájaros juntar,
con maña domesticarlos,
y aun [a] algunos enseñarlos
palabras a pronunciar.
...El mastín y el gallo
Sabido es de cada cual
que aún mucho más que el caballo,
entre los vanos, el gallo
es vanidoso animal.
Había en cierto lugar
uno que el cuello inclinaba
cuando la puerta pasaba
por temor de tropezar;
...
Rosalía de Castro
Su ciega y loca fantasía corrió arrastrada por el vértigo,
tal como arrastra las arenas el huracán en el desierto.
Y cual halcón que cae herido en la laguna pestilente,
cayó en el cieno de la vida, rotas las alas para siempre.
Mas aun sin alas cree o sueña que cruza el aire, los espacios,
y aun entre el lodo se ve limpio, cual de la nieve el copo blanco.
No maldigáis del que, ya ebrio, corre a beber con nuevo afán;
su eterna sed es quien le lleva hacia la fuente abrasadora,
...Alfonsina Storni
Para decirte, amor, que te deseo,
sin los rubores falsos del instinto.
Estuve atada como Prometeo,
pero una tarde me salí del cinto.
Son veinte siglos que movió mi mano
para poder decirte sin rubores:
"Que la luz edifique mis amores".
¡Son veinte siglos los que alzo mi mano!
...Manuel Flores
Bésame con el beso de tu boca,
cariñosa mitad del alma mía,
un sólo beso el corazón invoca,
que la dicha de dos me mataría.
¡Un beso nada mas!...Ya su perfume
en mi alma derramándose, la embriaga;
y mi alma por tu beso se consume
y por mis labios impaciente vaga.
...Manuel Acuña
Ante el recuerdo bendito
de aquella noche sagrada
en que la patria alherrojada
rompió al fin su esclavitud;
ante la dulce memoria
de aquella hora y de aquel día,
yo siento que en el alma mía
canta algo como un laúd.
...