El río y el arroyo, de Concepción Arenal | Poema

    Poema en español
    El río y el arroyo

    Naciendo uno de ella al par 
    el otro en remoto suelo, 
    un río y un arroyuelo 
    llegaban.juntos al mar. 

    En ancho cauce y profundo 
    turbio corría el primero; 
    estrecho, claro y somero 
    deslizábase el segundo. 

    Huyendo de la mucheclumbre 
    y de un niño en compañía, 
    un hombre a dar acudía 
    su paseo de costumbre. 

    Este rato de solaz 
    aprovechóle en correr. 
    hizo gana de beber 
    y beber quiso el rapaz. 

    Díjole el padre: «¿No ves 
    que estás en sudor bañado? 
    reposa un tanto a mi lado 
    para que bebas después.» 

    El muchacho obedeció, 
    que era de condición buena. 
    Y sentándose en la arena 
    a refrescarse esperó. 

    Como está impaciente, muda 
    una y otra vez de asiento, 
    mas parándose un momento, 
    formal expone una duda: 

    «¿Por qué será, padre mío, 
    esto que siempre reparo?: 
    ¿cómo está el arroyo claro 
    y no lo está nunca el río?» 

    «Hijo, allí cerca del mar 
    nace puro el arroyuelo, 
    y nada encuentra en el suelo 
    con que se pueda enturbiar; 

    si hallare casualmente 
    tierra que enturbiarle deba, 
    nunca a los mares la lleva 
    su escasa y débil corriente. 

    Viene de lejanas tierras 
    este río caudaloso 
    y por terreno fangoso 
    y por montes y por sierras. 

    Y pasa por las ciudades 
    cuya inmundicia, hijo mío, 
    enturbia el agua del río 
    como el alma sus maldades. 

    Y más la orilla dilata 
    y cada vez más potente, 
    su irresistible corriente 
    todo al pasar lo arrebata. 

    Enturbiado éste y profundo, 
    claro y no profundo aquél, 
    nos presenta un cuadro fiel 
    de lo que pasa en el mundo: 

    el que apacible y serena 
    busca sencilla la vida, 
    ¿habrá cosa que le impida 
    hallarla dichosa y buena? 

    Mas sintiendo la inquietud 
    de alguna grande pasión 
    peligra en el corazón 
    la ventura y la virtud. 

    No olvides nunca, híjo mío, 
    que es difícil, te lo.juro, 
    ser como el arroyo puro 
    y ser grande como el río.» 

    Concepción Arenal (El Ferrol, 1820 - Vigo, 1893). Estudió en Madrid Derecho, Sociología, Historia, Filosofía e idiomas, teniendo incluso que acudir a clase disfrazada de hombre. Colaboró con Fernando de Castro en el Ateneo Artístico y Literario de Señoras, precedente de posteriores iniciativas en pro de la educación de la mujer como medio para alcanzar la igualdad de derechos. Dedicó buena parte de un inagotable activismo social e intelectual al estudio crítico de la realidad penal española. Se sirve de la experiencia acumulada en el desempeño de cargos oficiales de visitadora de cárceles de mujeres de A Coruña (1863) e inspectora de casas de corrección de mujeres (1868-1873) y, sobre todo, de su talento, sensibilidad e intuición para la redacción de obras que la sitúan en un puesto de gran relevancia en estudios penales europeos: Cartas a los delincuentes (1865), Estudios penitenciarios (1877). O visitador do preso (1893) es una de las obras de referencia para el estudio de las ideas centrales de su pensamiento penal. Valiente y adelantada a su tiempo, partidaria de un sistema penal moderno que hiciese posible la corrección del preso, las aspiraciones reformistas de Arenal se materializan con la llegada de la Segunda República.