El poder envejece, de Luis García Montero | Poema

    Poema en español
    El poder envejece

    Ella me besa, marca la sonrisa 
    y viaja por los labios al pasado 
    con el adorno de sus sentimientos, 
    lujosa y encendida como un árbol 
    de navidad, paloma 
    de amistades difíciles 
    que abriga con recuerdos lo que duele 
    por demasiado frío en el presente. 

    Ayer te vimos por televisión, 
    no vas a cambiar nunca. 

    Él mide las palabras y me tiende la mano: 
    hubiese preferido no encontrarme. 
    Seguro como un pino del norte en su montaña, 
    vigila los recodos, las umbrías, 
    y sólo se interesa por el rumbo 
    que la vida nos marca. 
    Yo no pienso en traiciones, en el sucio 
    prestigio de sus manos. 
    Únicamente veo 
    estos ojos de halcón y me pregunto: 
    ¿qué pensarán de mí? 

    Calle arriba, después, al despedirnos, 
    mi cuerpo reflejado se detiene 
    en los escaparates, 
    y con necesidad de asegurarse, 
    por encima de objetos de regalo, 
    abrigos, maletines de piel, televisores, 
    levanta el dedo y con temor me dice: 
    no vas a cambiar nunca, no vas a cambiar nunca.