Extraño maniquí, de Roberto Bolaño | Poema

    Poema en español
    Extraño maniquí

    Extraño maniquí de una tienda del Metro, 
    qué manera de observarme 
    y presentirme más allá de todo puente 
    mirando el océano o un lago enorme 
    como si de él esperara aventura y amor 
    Y puede un grito de muchacha en plena noche 
    convencerme de la utilidad de mi rostro 
    o se velan los instantes, placas de cobre al rojo vivo 
    la memoria del amor negándose tres veces 
    en aras de otra especie de amor 
    Y así nos endurecemos sin abandonar la pajarera 
    desvalorizándonos 
    o bien volvemos a una casa pequeñísima 
    donde nos espera sentada en la cocina una mujer 
    Extraño maniquí de una tienda del Metro 
    qué manera de comunicarte conmigo, soltero y violento 
    y presentirme más allá de todo 
    solamente me ofreces nalgas y senos 
    estrellas platinadas y sexos espumosos 
    No me hagas llorar en el tren naranja 
    ni en las escaleras eléctricas 
    ni saliendo repentinamente a marzo 
    ni cuando imagines, si imaginas, mis pasos de veterano absoluto 
    nuevamente bailando por los desfiladeros 
    Extraño maniquí de una tienda del Metro 
    así como se inclina el sol y las sombras de los rascacielos 
    irás inclinando tus manos 
    así como se apagan los colores y las luces de colores 
    se apagarán tus ojos 
    ¿Quién te mudará de vestido entonces? 
    Yo sé quién te mudará de vestido entonces 

    • Demos gracias por nuestra pobreza, dijo el tipo vestido con harapos. 
      Lo vi con este ojo: vagaba por un pueblo de casas chatas, 
      hechas de cemento y ladrillos, entre México y Estados Unidos. 
      Demos gracias por nuestra violencia, dijo, aunque sea estéril 

    • Trabajaba en la Guerrero, a pocas calles de la casa de Julián 
      y tenía 17 años y había perdido un hijo. 
      El recuerdo la hacía llorar en aquel cuarto del hotel Trébol, 
      espacioso y oscuro, con baño y bidet, el sitio ideal 

    • Extraño maniquí de una tienda del Metro, 
      qué manera de observarme 
      y presentirme más allá de todo puente 
      mirando el océano o un lago enorme 
      como si de él esperara aventura y amor 
      Y puede un grito de muchacha en plena noche 

    • Atiende esto, hijo mío: las bombas caían 
      sobre la Ciudad de México 
      pero nadie se daba cuenta. 
      El aire llevó el veneno a través 
      de las calles y las ventanas abiertas. 
      Tú acababas de comer y veías en la tele 
      los dibujos animados. 

    • A veces sueño que Mario Santiago 
      viene a buscarme con su moto negra. 
      Y dejamos atrás la ciudad y a medida 
      que las luces van desapareciendo 
      Mario Santiago me dice que se trata 
      de una moto robada, la última moto 
      robada para viajar por las pobres tierras 

    • Era más hermosa que el sol 
      y yo aún no tenía 16 años. 
      24 han pasado 
      y sigue a mi lado. 

      A veces la veo caminar 
      sobre las montañas: es el ángel guardián 
      de nuestras plegarias. 
      Es el sueño que regresa 

    • En el camino de los perros mi alma encontró 
      a mi corazón. Destrozado, pero vivo, 
      sucio, mal vestido y lleno de amor. 
      En el camino de los perros, allí donde no quiere ir nadie. 
      Un camino que sólo recorren los poetas 
      cuando ya no les queda nada por hacer. 

    banner cuadrado de Audible
    banner horizontal de Audible