Sucio, mal vestido, de Roberto Bolaño | Poema

    Poema en español
    Sucio, mal vestido

    En el camino de los perros mi alma encontró 
    a mi corazón. Destrozado, pero vivo, 
    sucio, mal vestido y lleno de amor. 
    En el camino de los perros, allí donde no quiere ir nadie. 
    Un camino que sólo recorren los poetas 
    cuando ya no les queda nada por hacer. 
    ¡Pero yo tenía tantas cosas que hacer todavía! 
    Y sin embargo allí estaba: haciéndome matar 
    por las hormigas rojas y también 
    por las hormigas negras, recorriendo las aldeas 
    vacías: el espanto que se elevaba 
    hasta tocar las estrellas. 
    Un chileno educado en México lo puede soportar todo, 
    pensaba, pero no era verdad. 
    Por las noches mi corazón lloraba. El río del ser, decían 
    unos labios afiebrados que luego descubrí eran los míos, 
    el río del ser, el río del ser, el éxtasis 
    que se pliega en la ribera de estas aldeas abandonadas. 
    Sumulistas y teólogos, adivinadores 
    y salteadores de caminos emergieron 
    como realidades acuáticas en medio de una realidad metálica. 
    Sólo la fiebre y la poesía provocan visiones. 
    Sólo el amor y la memoria. 
    No estos caminos ni estas llanuras. 
    No estos laberintos. 
    Hasta que por fin mi alma encontró a mi corazón. 
    Estaba enfermo, es cierto, pero estaba vivo. 

    • Atiende esto, hijo mío: las bombas caían 
      sobre la Ciudad de México 
      pero nadie se daba cuenta. 
      El aire llevó el veneno a través 
      de las calles y las ventanas abiertas. 
      Tú acababas de comer y veías en la tele 
      los dibujos animados. 

    • Demos gracias por nuestra pobreza, dijo el tipo vestido con harapos. 
      Lo vi con este ojo: vagaba por un pueblo de casas chatas, 
      hechas de cemento y ladrillos, entre México y Estados Unidos. 
      Demos gracias por nuestra violencia, dijo, aunque sea estéril 

    • A veces sueño que Mario Santiago 
      viene a buscarme con su moto negra. 
      Y dejamos atrás la ciudad y a medida 
      que las luces van desapareciendo 
      Mario Santiago me dice que se trata 
      de una moto robada, la última moto 
      robada para viajar por las pobres tierras 

    • Extraño maniquí de una tienda del Metro, 
      qué manera de observarme 
      y presentirme más allá de todo puente 
      mirando el océano o un lago enorme 
      como si de él esperara aventura y amor 
      Y puede un grito de muchacha en plena noche 

    • Trabajaba en la Guerrero, a pocas calles de la casa de Julián 
      y tenía 17 años y había perdido un hijo. 
      El recuerdo la hacía llorar en aquel cuarto del hotel Trébol, 
      espacioso y oscuro, con baño y bidet, el sitio ideal 

    • En el camino de los perros mi alma encontró 
      a mi corazón. Destrozado, pero vivo, 
      sucio, mal vestido y lleno de amor. 
      En el camino de los perros, allí donde no quiere ir nadie. 
      Un camino que sólo recorren los poetas 
      cuando ya no les queda nada por hacer. 

    • Era más hermosa que el sol 
      y yo aún no tenía 16 años. 
      24 han pasado 
      y sigue a mi lado. 

      A veces la veo caminar 
      sobre las montañas: es el ángel guardián 
      de nuestras plegarias. 
      Es el sueño que regresa