Muchos libros, muchas voces y un poco más.
Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(Yo, muriendo.)
Y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril.
¡Yo quisiera salvar esa distancia,
ese abismo fatal que nos divide,
y embriagarme de amor con la fragancia
mística y pura que tu ser despide!
Mi patria eran tus manos,
tu mirada,
el suave temblor de tus labios.
Ya no tengo tu hombro
para mi cabeza rendida.
No tengo nada.
Veinte años de exilio,
amor mío,
veinte años sin patria.