Tolerancia, de Cesare Pavese | Poema

    Poema en español
    Tolerancia

    Llueve sin ruido sobre el prado del mar. 
    Nadie pasa por las sucias calles. 
    Una mujer sola bajó del tren: 
    pudieron verse bajo el abrigo las blancas enaguas 
    y las piernas que se eclipsaron en una puerta oscura. 

    Se diría que es un pueblo sumergido. El anochecer 
    gotea, frío, sobre los umbrales y las casas 
    propagan humo azulado por las sombras. Rojizas, 
    se encienden las ventanas. Una luz se enciende 
    tras los postigos entornados de la casa a oscuras. 

    Al día siguiente hace frío y luce el sol sobre el mar. 
    Una mujer en enaguas se enjuaga la boca 
    en la fuente y la espuma es rosada. Sus cabellos 
    son de un agreste rubio, parejos a las cortezas de naranja 
    diseminadas por el suelo. Inclinada por la fuente, mira de soslayo 
    a un pilluelo moreno que la observa, encantado. 
    En la plaza, mujeres oscuras abren los postigos de par en par 
    ─en la sombra, sus maridos dormitan todavía. 

    Cuando anochece de nuevo, se reanuda la lluvia 
    crepitante sobre muchos braseros. Las esposas, 
    aventando los carbones, echan un vistazo a la casa 
    a oscuras y a la fuente desierta. La casa 
    tiene los postigos cerrados, pero dentro hay un lecho, 
    y en el lecho una rubia que se gana la vida. 
    Cuanto hay en el pueblo reposa por la noche, 
    todos, salvo la rubia que se lava por la mañana.

    Cesare Pavese (1908-1950) nació en Santo Stefano Belbo, un pequeño pueblo del Piamonte. Además de traductor y editor, fue uno de los escritores más destacados de la historia de la literatura italiana. Su carácter introspectivo y solitario marcó toda su obra, muy ligada a los lugares donde creció y caracterizada por un delicado matiz intimista. A causa de su declarado antifascismo fue confinado durante tres años por el régimen de Mussolini en una pequeña población de Calabria, experiencia que lo marcó profundamente bajo el punto de vista humano y literario. Suyas son algunas de las obras más valiosas del siglo XX italiano. Entre ellas: El diablo en las colinas (1948), La luna y las fogatas (1950) o su magnífico diario publicado póstumamente, El oficio de vivir (1952). Se suicidó en Turín con 42 años. 

    • entre los tallos delgados: la mujer le muerde los cabellos 
      y después muerde la hierba. Entre la hierba, sonríe turbada. 
      Coge el hombre su mano delgada y la muerde 
      y se apoya en su cuerpo. Ella le echa, haciéndole dar tumbos. 

    • ¿Aún ríe tu cuerpo con la intensa caricia 
      de la mano o del aire y en ocasiones reencuentra 
      en el aire otros cuerpos? Muchos de ellos retornan 
      con un temblor de la sangre, con una nada. También el cuerpo 
      que se tendió a tu flanco te busca en esta nada. 

    • El solitario –quien ha estado en prisión- vuelve a su encierro 
      cada vez que muerde un pedazo de pan. 
      En prisión soñaba con una liebre que huía 
      sobre la tierra invernal. En la niebla de invierno 
      el solitario vive tras los muros del camino, bebiendo 

    • Demasiado mar. Ya hemos visto bastante mar. 
      Al atardecer, cuando el agua se extiende, pálida 
      y diluida en la nada, mi amigo la contempla 
      mientras yo lo miro, ambos en silencio. 
      Por la noche nos encerramos en el fondo de una cantina, 

    • Llueve sin ruido sobre el prado del mar. 
      Nadie pasa por las sucias calles. 
      Una mujer sola bajó del tren: 
      pudieron verse bajo el abrigo las blancas enaguas 
      y las piernas que se eclipsaron en una puerta oscura. 

    • Estoy vivo y he sorprendido las estrellas en el alba. 
      Mi compañera continúa durmiendo y lo ignora. 
      Mis compañeros duermen todos. La clara jornada 
      se me revela más limpia que los rostros aletargados. 

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