Amor bajo la luz de la luna, de Louise Glück | Poema

    Poema en español
    Amor bajo la luz de la luna

    A veces un hombre o una mujer imponen su desesperación 
    a otra persona, a eso lo llaman 
    alternativamente desnudar el corazón, o desnudar el alma. 
    (Lo que significa que para entonces adquirieron una.) 
    Afuera, la tarde de verano, todo un mundo 
    arrojado a la luna: grupos de formas plateadas 
    que podrían ser árboles o edificios, el angosto jardín 
    donde el gato se esconde para revolcarse en el polvo, 
    la rosa, la coreopsis y, en la oscuridad, la cúpula dorada del capitolio 
    transformada en aleación de luz de luna, 
    forma sin detalle, el mito, el arquetipo, el alma 
    llena de ese fuego que en realidad es luz de luna, 
    tomada de otra fuente, y brilla 
    unos instantes, como brilla la luna: piedra o no, 
    la luna sigue estando más que viva.

    • Se me secó el alma. 
      Como un alma arrojada al fuego, pero no del todo, 
      no hasta la aniquilación. Sedienta, 
      siguió adelante. Crispada, 
      no por la soledad sino por la desconfianza, 
      el resultado de la violencia. 

    • En nuestra familia, todos aman las flores. 
      Por eso las tumbas nos parecen tan extrañas: 
      sin flores, sólo herméticas fincas de hierba 
      con placas de granito en el centro: 
      las inscripciones suaves, la leve hondura de las letras 
      llena de mugre algunas veces... 

    • Háblame, corazón dolorido: ¿qué 
      tarea ridícula estás inventándote 
      en la oscuridad de la cochera llorando 
      con la bolsa de basura? Tu trabajo no es 
      sacar la basura, tu trabajo es vaciar 
      el lavavajillas. Estás exhibiéndote 
      otra vez, 

    • Algo 
      llega al mundo sin ser bienvenido 
      y llama al desorden, al desorden. 

      Si tanto me odias 
      no te molestes en buscar 
      un nombre para mí: ¿necesitas 
      acaso un desdoro más 
      en tu lenguaje, otra 
      manera de culpar 
      a la tribu por todo? 

    • Perdóname si digo que te amo: a los poderosos 
      se les engaña siempre, los débiles 
      son siempre manejados por el miedo. No puedo amar 
      lo que no puedo concebir, y tú no revelas 
      virtualmente nada: ¿acaso te asemejas al espino,