Parábola de los cisnes, de Louise Glück | Poema

    Poema en español
    Parábola de los cisnes

    En un pequeño lago 
    perdido en el mundo, dos 
    cisnes vivían. Como todos los cisnes, 
    pasaban ochenta por ciento del día estudiándose 
    a sí mismos en el agua atenta y 
    veinte por ciento asistiendo a su amado. Así, 
    su fama de amantes radica 
    principalmente en el narcisismo, que deja 
    tan poco tiempo libre para 
    salidas más plenas. Pero 
    el destino tenía otros planes: después de diez años, dieron 
    con aguas pantanosas; cualquiera que fuera la basura, se 
    ciñó al plumaje del macho, que se volvió 
    instantáneamente gris; al mismo tiempo, 
    se reveló el verdadero propósito 
    del diseño flexible de su cuello. Tanta 
    acción en el lago plano, ¡tanto 
    él ha perdido! Más tarde o más temprano en una larga 
    vida juntos, toda pareja se encuentra 
    en una emergencia como ésta, algún 
    drama que resulta 
    en daño. Ésto 
    ocurre por una razón: testear 
    el amor y demandar 
    expresión fresca de sus términos complejos. 
    Así se puso de manifiesto que el macho y la hembra 
    volaron bajo diferentes banderas: mientras 
    el macho creyó que el amor 
    era lo que él sentía en su corazón 
    la hembra creyó 
    que el amor era lo que uno hacía. Pero ésta no es 
    una pequeña historia sobre la corrupción 
    intrínseca del macho, usando como evidencia la ruin 
    definición de pureza del cisne. Es 
    una historia de astucia e inocencia. Por diez años 
    la hembra estudió al macho, ella coqueteaba 
    cuando él dormía o estaba 
    oportunamente ensimismado en el agua, 
    mientras que el macho espontáneo 
    actuaba con desenfado según 
    el capricho del momento. En el agua pantanosa 
    discutían por algún tiempo, bajo la luz que palidecía, 
    hasta que la pelea se volvía lentamente 
    abstracta, formando 
    parte de su canción 
    después de un rato.

    Parable of the Swans

    On a small lake off 
    the map of the world, two 
    swans lived. As swans, 
    they spent eighty percent of the day studying 
    themselves in the attentive water and 
    twenty percent ministering to the beloved 
    other. Thus 
    their fame as lovers stems 
    chiefly from narcissism, which leaves 
    so little leisure for 
    more general cruising. But 
    fate had other plans: after ten years, they hit 
    slimy water; whatever the filth was, it 
    clung to the male’s plumage, which turned 
    instantly gray; simultaneously, 
    the true purpose of his neck’s 
    flexible design revealed itself. So much 
    action on the flat lake, so much 
    he’s missed! Sooner or later in a long 
    life together, every couple encounters 
    some emergency like this, some 
    drama which results 
    in harm. This 
    occurs for a reason: to test 
    love and to demand 
    fresh articulation of its complex terms. 
    So it came to light that the male and female 
    flew under different banners: whereas 
    the male believed that love 
    was what one felt in one’s heart 
    the female believed 
    love was what one did. But this is not 
    a little story about the male’s 
    inherent corruption, using as evidence the swan’s 
    sleazy definition of purity. It is 
    a story of guile and innocence. For ten years 
    the female studied the male; she dallied 
    when he slept or when he was 
    conveniently absorbed in the water, 
    while the spontaneous male 
    acted casually, on 
    the whim of the moment. On the muddy water 
    they bickered awhile, in the fading light, 
    until the bickering grew 
    slowly abstract, becoming 
    part of their song 
    after a little longer.

    • Se me secó el alma. 
      Como un alma arrojada al fuego, pero no del todo, 
      no hasta la aniquilación. Sedienta, 
      siguió adelante. Crispada, 
      no por la soledad sino por la desconfianza, 
      el resultado de la violencia. 

    • En nuestra familia, todos aman las flores. 
      Por eso las tumbas nos parecen tan extrañas: 
      sin flores, sólo herméticas fincas de hierba 
      con placas de granito en el centro: 
      las inscripciones suaves, la leve hondura de las letras 
      llena de mugre algunas veces... 

    • Háblame, corazón dolorido: ¿qué 
      tarea ridícula estás inventándote 
      en la oscuridad de la cochera llorando 
      con la bolsa de basura? Tu trabajo no es 
      sacar la basura, tu trabajo es vaciar 
      el lavavajillas. Estás exhibiéndote 
      otra vez, 

    • Algo 
      llega al mundo sin ser bienvenido 
      y llama al desorden, al desorden. 

      Si tanto me odias 
      no te molestes en buscar 
      un nombre para mí: ¿necesitas 
      acaso un desdoro más 
      en tu lenguaje, otra 
      manera de culpar 
      a la tribu por todo? 

    • Perdóname si digo que te amo: a los poderosos 
      se les engaña siempre, los débiles 
      son siempre manejados por el miedo. No puedo amar 
      lo que no puedo concebir, y tú no revelas 
      virtualmente nada: ¿acaso te asemejas al espino,