El vestido, de Louise Glück | Poema

    Poema en español
    El vestido

    Se me secó el alma. 
    Como un alma arrojada al fuego, pero no del todo, 
    no hasta la aniquilación. Sedienta, 
    siguió adelante. Crispada, 
    no por la soledad sino por la desconfianza, 
    el resultado de la violencia. 

    El espíritu, invitado a abandonar el cuerpo, 
    a quedar expuesto un momento, 
    temblando, como antes 
    de tu entrega a lo divino; 
    el espíritu fue seducido, debido a su soledad, 
    por la promesa de la gracia. 
    ¿Cómo vas a volver a confiar 
    en el amor de otro ser? 

    Mi alma se marchitó y se encogió. 
    El cuerpo se convirtió en un vestido demasiado grande 
     para ella. 

    Y cuando recuperé la esperanza, 
    era una esperanza completamente distinta.

    The garment

    My soul dried up. 
    Like a soul cast into a fire, but not completely, 
    not to annihilation. Parched, 
    it continued. Brittle, 
    not from solitude but from mistrust, 
    the aftermath of violence. 

    Spirit, invited to leave the body, 
    to stand exposed a moment, — 
    trembling, as before 
    your presentation to the divine– 
    spirit lured out of solitude 
    by the promise of grace, 
    how will you ever again believe 
    the love of another being? 

    My soul withered and shrank. 
    The body became for it too large a garment. 
    And when hope was returned to me 
    it was another hope entirely.

    • Se me secó el alma. 
      Como un alma arrojada al fuego, pero no del todo, 
      no hasta la aniquilación. Sedienta, 
      siguió adelante. Crispada, 
      no por la soledad sino por la desconfianza, 
      el resultado de la violencia. 

    • En nuestra familia, todos aman las flores. 
      Por eso las tumbas nos parecen tan extrañas: 
      sin flores, sólo herméticas fincas de hierba 
      con placas de granito en el centro: 
      las inscripciones suaves, la leve hondura de las letras 
      llena de mugre algunas veces... 

    • Háblame, corazón dolorido: ¿qué 
      tarea ridícula estás inventándote 
      en la oscuridad de la cochera llorando 
      con la bolsa de basura? Tu trabajo no es 
      sacar la basura, tu trabajo es vaciar 
      el lavavajillas. Estás exhibiéndote 
      otra vez, 

    • Algo 
      llega al mundo sin ser bienvenido 
      y llama al desorden, al desorden. 

      Si tanto me odias 
      no te molestes en buscar 
      un nombre para mí: ¿necesitas 
      acaso un desdoro más 
      en tu lenguaje, otra 
      manera de culpar 
      a la tribu por todo? 

    • Perdóname si digo que te amo: a los poderosos 
      se les engaña siempre, los débiles 
      son siempre manejados por el miedo. No puedo amar 
      lo que no puedo concebir, y tú no revelas 
      virtualmente nada: ¿acaso te asemejas al espino,