Una biblioteca de audiolibros y poesía
Pensando, enredando sombras en la profunda soledad.
Tú también estás lejos, ah más lejos que nadie.
Pensando, soltando pájaros, desvaneciendo imágenes,
enterrando lámparas.
Campanario de brumas, qué lejos, allá arriba!
De fierro,
de encorvados tirantes de enorme fierro tienen que ser la noche,
para que no la revienten y la desfonden
las muchas cosas que mis aborrotados ojos han visto,
las duras cosas que insoportablemente la pueblan.
A A. Lamberti
Mis ojos miraban en hora de ensueños
la página blanca.
¿De qué quiere, usted, la imagen?
Preguntó el imaginero.
Tenemos santos de pino,
hay imágenes de yeso,
mire este Cristo yacente,
madera de puro cedro,
depende de quien la encarga,
una familia o un templo,
o si el único objetivo
A ti, manzana,
quiero
celebrarte
llenándome
con tu nombre
la boca,
comiéndote.
A Santa Rita Pintor
Solo, en el muelle desierto, esta mañana de verano,
miro hacia el lado de la barra, miro hacia lo Indefinido,
miro y me alegra ver,
pequeño, negro y claro, un paquebote entrando.
Viene muy lejos, nítido, clásico a su manera.
Y súbita, de pronto,
porque sí, la alegría.
Sola, porque ella quiso,
vino. Tan vertical,
tan gracia inesperada,
tan dádiva caída,
que no puedo creer
que sea para mí.
Miro a mi alrededor,
busco. ¿De quién sería?
(A Margarita Manso)
¿Qué es aquello que reluce
por los altos corredores?
Cierra la puerta, hijo mío,
acaban de dar las once.
En mis ojos, sin querer,
relumbran cuatro faroles.
Será que la gente aquella
Conozco el fondo, dice ella. Lo conozco con mi gran raíz:
Es lo que tú temes.
Yo no le temo: he estado allí.
¿Es el mar lo que oyes en mí,
sus insatisfacciones?
¿O la voz de la nada, que fue tu demencia?
Si la esmeralda se opacara,
si el oro perdiera su color,
entonces, se acabaría
nuestro amor.
¿Quién mata con más rigor?
Amor.
¿Quién causa tantos desvelos?
Celos.
¿Quién es el mal de mi bien?
Desdén
¿Qué más que todos también
una esperanza perdida,
pues que me quitan la vida
amor, celos y desdén?
Ven. Ven desnuda y sigilosa
para que el domingo cruel
y su inútil noche
tengan sentido
ven y no digas nada
mientras te despojas de tu breve tanga negra
y yo no te pregunto dónde has estado
ni tú qué estuve haciendo hoy.