Muchos libros, muchas voces y un poco más.
Quise que viera mi muestrario
de amores disecados. Se asustó.
Me preguntó por esos huecos.
“No te preocupes, son crisálidas”.
Me preguntó por los alfileres vacíos.
“No te preocupes, no volverán”.
1
Por las mañanas, recién despierto,
cuando ya una luz pálida de no haber desayunado
aventura su inmensa curiosidad en la alcoba
y tú eres aún sobre todo
ovillo de calor, desnudo imán de sueños,
me permito
un minuto para adorarte.
I
Ahora
Ahora sí que voy a llorar sobre esta gran roca sentado
la cabeza en la bruma y los pies en el agua
y el cigarrillo apagado entre los dedos...