Muchos libros, muchas voces y un poco más.
Único amor, ya tan mío
que va sazonando el tiempo;
¡qué bien nos sabe la ausencia,
cuando nos estorba el cuerpo!
Mis manos te han olvidado,
pero mis ojos te vieron
y cuando es amargo el mundo
para mirarte los cierro.
¡Mi Sara pensativa! Reclinada
tu cabeza en mi brazo, es dulce estar
junto a nuestra cabaña recubierta
de jazmín y de mirto (los emblemas
de la inocencia y del amor reunidos)
y ver los montes rebosar la luz
de la tarde, reunirse lentamente
Me has dado de beber
en tus manos el agua
que sale de la fuente,
la fuente para aplacar,
mi sed de caminante,
mi sed que corría por
los campos cubiertos y
tejidos de sol,
la fuente para calmar
mi sed de vida y muerte.
Cuando de niño empecé
a darme a la poesía,
tan en serio lo tomé,
que sólo en serio escribía.
Romántico exagerado,
era lo triste mi fuerte.
¡Válgame Dios!, ¡le he soltado
cada soneto, A la muerte!