Muchos libros, muchas voces y un poco más.
'¡Homenaje a la montaña de Ormuzd,
de donde descienden las aguas a la tierra!
¡Homenaje a mi propia alma!'
Zend-Avesta
Mi alma es la ventana donde muero.
Mi alma es una danza maniatada.
Amor, Filis mía,
que enojado vio
la dureza ingrata
de tu corazón,
vibrando la flecha
con nuevo rigor,
herirte dispuso,
mas, ¡ay!, no acertó.
Al pecho asestaba,
y el vibrado arpón
tocó tu garganta,
y en mi pecho dio.
Con sayal de amarguras, de la vida romero,
topé, tras luenga andanza, con la paz de un sendero.
Fenecía del día el resplandor postrero.
En la cima de un álamo sollozaba un jilguero.