Muchos libros, muchas voces y un poco más.
¡Gran Dios, cómo atormenta
Con crueldad sin igual, el hombre al hombre!
Ya con furia violenta
Se arrastran al cadalso y a la hoguera;
Ya con malicia refinada y lenta,
Impiden la víctima que muera,
Y, pues no quiere a discreción rendirse,
...Tan sólo una mirada,
una pupila sólo para todas las cosas.
Para la aurora y el ocaso,
para el amor y el odio,
para el amante y el verdugo,
la paloma y la víbora,
la estrella y la luciérnaga.
Ad Deum non acceditur passibus corporalibus
Tomás de Aquino
Esto es lo que nunca nuestros antepasados
hicieron, desplazarse por la ciudad, de un punto
hasta otro cruzando los dominios del viento.
Materiales de última generación construyen
Tú, a quien ofrece el apartado polo,
Hasta donde tu nombre se dilata,
Preciosos dones de luciente plata,
Que invidia el rico Tajo y el Pactólo;
... Ah, mis amigos, habláis de rimas
y habláis finamente de los crecimientos libres...
en la seda fantástica os dan las hadas de los leños
con sus suplicios de tísicas
sobresaltadas
de alas...
A l venir de Castrofuerte
4 Madrid á establecerte,
me preguntas, caro Arturo,
por su clima, y te aseguro
que no se qué responderte;
pues aunque nunca he salido
de l a villa coronada,
su clima no he comprendido
y á deducir he venido
Tenerte cerca. Hablarte.
Y besarte en silencio.
Y sentir el contacto
caliente de tu cuerpo.
Sentir que vives, trémula,
aquí, contra mi pecho.
Que mis brazos abarcan
tus límites perfectos.
Que tu piel electriza
las yemas de mis dedos.
¿no crees que mi odio sea analizable?
Me citan.
Me controlan.
Me dosifican.
Con el frú-frú sedoso de femenil enagua
deshilaba en la costa sus encajes el agua...
Oh, la isla melodiosa!
surgía de las ondas como una enorme rosa
primaveral, o el cuerpo de la niña;
era la voluptuosa
isla donde vendimia Amor su roja viña...
¿Te hablaron ya de Río,
del Pan, del Corcovado
y el sanguinario estío?
¿Te han hablado?
De la boite encendida
y el salón apagado,
del verdor de la vida,
¿te han hablado?
Quiero pintar de blanco la hierba de la pradera
y el compacto césped que recubre los jardines;
todos pensarán que venció la fuerza del desierto
y yo seré durante años el Dueño de la vida,
dejando que me acaricie la tibieza del sueño alado