
Muchos libros, muchas voces y un poco más.
Vienen y nadie sabe de dónde vienen.
Ahora mismo enhebro esta aguja
con el hilo de un propósito que no digo
y me pongo a remendar. Ninguno de los prodigios
que anunciaban taumaturgos insignes
se ha cumplido, y los años pasan de prisa.
De nada a poco, y siempre con el viento de cara,
Al son de un suave y blando movimiento
arroyos vas pisando de dulzura
Tus pasos pisan, pasan por la oscura
región de mi memoria. Ya no siento
-¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería,
el día que tú naciste grandes señales había!
Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace no debe decir mentira.