Una biblioteca de audiolibros y poesía
No lo vendo por travieso
ni porque a nadie ofende
es alegre y juguetón
y por las niñas se pierde
niñas, guardaos de enojarle
que mira que si arremete
os podéis ver un día
jugando con el juguete.
Al señor Mário de Sá-Carneiro
Es antes del opio que mi alma está enferma.
Sentir la vida que convalece y se seca
y voy en busca del opio que consuela
un Oriente al oriente del Oriente.
1919
La luna tiene dientes de marfil.
¡Qué vieja y triste asoma!
Están los cauces secos,
los campos sin verdores
y los árboles mustios
sin nidos y sin hojas.
Doña Muerte, arrugada,
pasea por sauzales
Naturaleza: gracias por este don supremo
del verso, que me diste:
yo soy la mujer triste
a quien Caronte ya mostró su remo.
Estas, que fueron pompa y alegría
despertando al albor de la mañana,
a la tarde serán lástima vana,
durmiendo en brazos de la noche fría.
¡Hombre libre, siempre adorarás el mar!
El mar es tu espejo; contemplas tu alma
en el desarrollo infinito de su oleaje,
y tu espíritu no es un abismo menos amargo.
Rosal, menos presunción
donde están las clavellinas,
pues serán mañana espinas
las que ahora rosas son.
Te espero al otro lado del puente
antes de que den las doce.
El pueblo estará dormido
en lo alto de la torre
-Cigüeña de cal al aire
negro de la media noche-.
mientras que el arroyo turbio
adornado de faroles
será novio de una adelfa
En lo más espeso del bosque donde los frondosos árboles extendían sus ramas y los altos bambúes crecían, corría un arroyuelo de límpidas aguas.
Es la mañana llena de tempestad
en el corazón del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
Innumerable corazón del viento
latiendo sobre nuestro silencio enamorado.
¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
La Luna, que es el capricho mismo, se asomó por la ventana mientras dormías en la cuna, y se dijo: «Esa criatura me agrada.»