Muchos libros, muchas voces y un poco más.
La rama de los astros se estremece en la altura,
movida por el viento de la eterna armonía,
y el silencio murmura
su vaga poesía.
Hace algunas horas que ha nacido; es uno de los seres más jóvenes del universo.
Es el más hermoso: su naricita apenas se ve.
Es el más fuerte; temblamos en su presencia, y apenas nos atrevemos a tocarle.
Un extraño llegó hasta la puerta en el ocaso,
Y habló con el justo novio.
Llevaba una vara blanca y verde en la mano,
Que a su vez sostenía todas sus cargas.
Preguntó, más con los ojos que con los labios,
Si habría refugio para él durante la noche,
¿De dónde llegas tú, ilusión de un día
porvenir, tú, esperanza de un pasado
nunca cumplido, pero que yo ahora
evoco entre marchitas profecías
o anticipo en nostalgia? De recuerdos
y paciencias me nutro. Los ayeres
y los mañanas dóciles acuden
¡Paso al dolor! No ese dolor ambiguo,
de la amada, la flor, y el viento blando,
sino el dolor con que yo me santiguo,
mis ¡cómos! y ¡porqués!, desorbitado.
Este dolor que mis huesos taladra,
perfecto, triangular, Dios en cadena,
Founderous wilding weeds endear paradise.
Louis Zukofsky
Los impactos de luz no son el día,
aunque canten la vida que no sé
y haya un sol tan extraño
que aspire a serlo sin palabras, sin
viejos nombres, sin furia, sin misterio,