Una biblioteca de audiolibros y poesía
Me viene, hay días, una gana ubérrima, política,
de querer, de besar al cariño en sus dos rostros,
y me viene de lejos un querer
demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza,
al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito,
La esperanza es esa cosa con plumas
que se posa en el alma,
y entona melodías sin palabras,
y no se detiene para nada,
y suena más dulce en el vendaval;
y feroz tendrá que ser la tormenta
que pueda abatir al pajarillo
que a tantos ha dado abrigo.
Otro poco de calma, camarada;
un mucho inmenso, septentrional, completo,
feroz, de calma chica,
al servicio menor de cada triunfo
y en la audaz servidumbre del fracaso.
Ausencia quiere decir olvido,
decir tinieblas, decir jamás.
Las aves pueden volver al nido,
pero las almas que se han querido,
cuando se alejan no vuelven más.
Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.
Para Manuel González Prada,
esta emoción bravía y selecta,
una de las que, con más entusiasmo,
me ha aplaudido el gran maestro.
Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
Donde fuiste feliz alguna vez
no debieras volver jamás: el tiempo
habrá hecho sus destrozos, levantando
su muro fronterizo
contra el que la ilusión chocará estupefacta.
El tiempo habrá labrado,
paciente, tu fracaso
mientras faltabas, mientras ibas
En medio del prado
hay una Escuela,
adonde van las flores
y las abejas.
Amapolas y lirios,
margaritas pequeñas,
campanillas azules
que, con el aire, suenan;
rosas enanas, rosas.
Tulipanes de seda.
En el centro del prado
Tengo mucho miedo
de las hojas muertas,
miedo de los prados
llenos de rocío.
Yo voy a dormirme;
si no me despiertas,
dejaré a tu lado mi corazón frío.
¿Qué es eso que suena
muy lejos?
Amor. El viento en las vidrieras,
¡amor mío!
Mi mujer está muerta, ¡soy libre!
Puedo, pues, beber hasta el hartazgo.
Cuando regresaba sin un sueldo,
sus gritos me desgarraban los nervios.
El mar es un olvido,
una canción, un labio;
el mar es un amante,
fiel respuesta al deseo.
Es como un ruiseñor,
y sus aguas son plumas,
impulsos que levantan
a las frías estrellas.
(Para Alfonso García-Valdecasas)
La luna gira en el cielo
sobre las tierras sin agua
mientras el verano siembra
rumores de tigre y llama.
Por encima de los techos
nervios de metal sonaban.
Aire rizado venía