Muchos libros, muchas voces y un poco más.
Aunque nada sostiene la esperanza que canto
yo sumo aquí las sílabas del amor que te tengo
casi a tientas y pido que su fuego y su música
prendan el ruiseñor prisionero en tu torso.
Qué tiempo del alma
es éste que en la tarde, infinitamente, transparece
unas islas?
O es setiembre, sólo,
el que sueña sus espejos, abismándolos, aún,
al nivel del confín
que no termina, a su vez, de ser absorbido por el mismo
vacío?
Yo soy aquél que no se fue de casa,
que se quedó a morir, a marchitarse
en el hogar materno, en el regazo
de su miedo a vivir, y nunca supo
a qué sabe la vida estando lejos.
Mientras ufana la risa
de tus labios no se aleje,
si quieres que te aconseje
¡ama aprisa!
Con raudo mariposeo
se va de esta a aquella flor
en las alas del deseo,
libando el licor hibleo del amor.
Me he decidido a vivir
y creo afirmar que mis latidos
se convencieron de ello
He tenido ofrecimientos sinceros
para cohabitar
la extremidad de una telaraña
o para servir como testigo
de matrimonio forzado
Es más
El escándalo rubio de tu piel
recibe el viento en gotas de rocío;
orza la vela rubia tu navio
por un mar encendido de papel.