Muchos libros, muchas voces y un poco más.
Vienen y nadie sabe de dónde vienen.
Suzanne te lleva abajo hacia su lugar cerca del río.
Puedes oír las barcas pasar, puedes pasar la noche junto a ella
y sabes que está medio loca, pero por eso mismo quieres estar allá.
Y te alimenta con té y naranjas que trajo desde la China.
Aunque siegue la voz con que tu nombre
digo, tu nombre irá, como una hoguera,
abrasando estos huesos y esta carne de hombre
con perpetuo verdor de primavera.
Yo, señor, salí de Rusia por Crimea.
Era en 1919.
Hacía diseños vanguardistas para los ballets.
Pintaba colores infames, excesivos, caucásicos,
y vestía con delicado exotismo...
En Estambul, primero,
viví la miseria de amores sin dueño.