Muchos libros, muchas voces y un poco más.
Ligeramente tumefacta
pero ofrecida con codicia,
llegó la boca hasta el lindero
de la precaria intimidad.
Iban reptando las parejas
que se apiñaban en lo oscuro:
no se miraban, se sumían
en un compendio de sudores,
se convertían en secuaces
Yo quiero que tú sufras lo que sufro:
aprenderé a rezar para lograrlo.
Yo quiero que te sientas tan inútil
como un vaso sin whisky entre las manos;
que sientas en el pecho el corazón
como si fuera el de otro y te doliese.
Fue tan tibia la felpa de las sombras,
que sin querer callamos,
y nos bebimos como vino añejo
la frase que tembló sobre los labios.
A pesar de no amarnos, en silencio
se troncharon las manos,
sin saber si acunábamos un sueño
«Cuando mi pensamiento va hacia ti se perfuma.»
Rubén Darío
Recibo y agradezco tu espuela de inquietud y tu deslumbramiento,
tu racha de criatura que sustituye a Dios suficiente y cercana.
Tal vez buscabas a tientas, con ojeras pasivas y cautivas,
He quemado el pañuelo por si acaso
se pudiera tejer de nuevo el lino.
Le sobra la mitad del vaso al vino
y más de media noche al cielo raso.
Yo no sé cómo mi acento
Te diga que al ciego niño
Por ti rendido me siento,
Porque me sobra cariño,
Y me falta atrevimiento.
Por más que el temor me enfrena,
Callar no puedo la pena
En que por tus ojos vivo;
Que el más humilde cautivo