Una biblioteca de audiolibros y poesía
Bajo la dolorosa luz de las lámparas eléctricas de la fábrica
tengo fiebre y escribo.
Escribo rechinando los dientes, fiera ante la belleza de esto,
ante la belleza de esto totalmente desconocida para los antiguos.
Rapándoselo estaba cierta hermosa,
hasta el redondo ombligo arremangada,
las piernas muy abiertas, y asentada
en una silla ancha y espaciosa.
Me llegará lentamente
y me hallará distraído
probablemente dormido
sobre un colchón de laureles.
Se instalará en el espejo,
inevitable y serena
y empezará su faena
por los primeros bosquejos.
Yo no puedo darte más.
No soy más que lo que soy.
I
Era la última noche,
la noche de las tristes despedidas,
y apenas si una lágrima empañaba
sus serenas pupilas.
Como el criado que deja
al amo que le hostiga,
arreglando su hatillo, murmuraba
casi con la emoción de la alegría:
todas las mujeres
todos los besos las
diferentes maneras de amar y
hablar y necesitar.
las orejas todas tienen
orejas y
gargantas y vestidos
y zapatos y
automóviles y ex
maridos.
Mi juguete, mi sal, mi niñería,
dulce muñeca mía,
dad atención a cuatro desvaríos
y sed sujeto de los versos míos;
pero sois tan nonada, que os prometo
que aún no sé si llegáis a ser sujeto.
Manuel Flores va a morir,
eso es moneda corriente;
morir es una costumbre
que sabe tener la gene.
Y sin embargo me duele
decirle adiós a la vida,
esa cosa tan de siempre,
tan dulce y tan conocida
Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
suelta a tu canario que quiere volar...
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.
Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido ni saludar a otro preso.
Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros.
Canonicemos a las putas. Santoral del sábado: Bety, Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales de generosidad.
Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.