Muchos libros, muchas voces y un poco más.
Recitaba palabras
en la parada del autobús:
Sarmientos, oropéndola, almiares, cantarera.
La gente sonreía
desconcertada.
Él iba instalando
sus praderas abstractas, lentamente.
Con timidez llenaba la hora punta
de sonidos audaces:
No es sólo la pasión de los abrazos,
la saliva, el aroma, el vértigo, los besos
o el plácido desvelo de la ausencia.
... Levantóse la casada
una mañana al jardín,
dicen que a gozar del fresco:
«¡Más le valiera dormir!»
Esperando a su galán
a sueño breve y sutil,
le ha dado amor mala noche.
«¡Más le valiera dormir!»
Sobre la madeja bella
c. 1980
barnízate
te quiero
genio del can-can
docena de flores.