Audiolibros en castellano

Muchos libros, muchas voces y un poco más.

1984

George Orwell
El extranjero

Albert Camus
Cumbres borrascosas

Emily Brontë
El viejo y el mar

Ernest Hemingway
Lazarillo de Tormes

Anónimo
Frankenstein

Mary Shelley

La resurrección de la rosa

Rubén Darío
El principito

Antoine de Saint-Exupéry
La metamorfosis

Franz Kafka
El cottage de Landor

Edgar Allan Poe
Los cuatro sospechosos

Agatha Christie
En este pueblo no hay ladrones

Gabriel García Márquez

El hombre en busca de sentido

Viktor Emil Frankl
El arte de ser feliz

Arthur Schopenhauer
Acerca del alma

Aristóteles
El arte de tener razón

Arthur Schopenhauer
La caída

Albert Camus
Un mundo que agoniza

Miguel Delibes

La vida es sueño

Pedro Calderón de la Barca
Romeo y Julieta

William Shakespeare
La importancia de llamarse Ernesto

Oscar Wilde
El mercader de Venecia

William Shakespeare
El jardín de los cerezos

Antón Chéjov
La dama duende

Pedro Calderón de la Barca

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Poemas

Llevo tu luz y tu olor por donde quiera que vaya, de Álvaro Sarró | Poema

La chica de la larga cabellera de rizos tostados solía pasearse por las faldas del Montdúver.
Ojos de pantera brillaban tras las chispeantes y kilométricas pestañas.
Estromatolitos se llaman, de Francisco Fernández | Poema

Se llaman estromatolitos,
sedientos devoradores de luz
a milenios defecando oxígeno.
Bacterias como yo y como tú
en mitad del universo; seres vivos.
Creadores de viento y lluvia,
dioses minúsculos, diosas burbuja.
Yo fui la más callada, de Julia de Burgos | Poema

Yo fui la más callada
de todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto.
No me anunciaron lúbricas ceremonias sociales,
ni las sordas campanas de ancestrales reflejos;
mi ruta era la música salvaje de los pájaros
que soltaba a los aires mi bondad en revuelo.
Ex-libris, de León Felipe | Poema

He llegado al final...
¿Quién me ha traído hasta aquí...
y por qué me han traído hasta aquí?
Yo no quería cantar...
Y ahora parece que este era solo mi destino:
cantar, rezar, gritar, llorar, blasfemar...
Y con una voz de publicano,
Te espero, de Julián Bibang Oyee | Poema

Yo te espero en la colmena
cuando en la montaña
haya cesado el zumbido
de la abeja y la noche
caiga y con su manto negro
cubra el bosque espeso.
Yo te espero en la entrada del jardín
cuando hayan cesado las lluvias
y la blanca flor del jazmín
Encallado en las costas del Pacífico, de Oliverio Girondo | Poema

Publicado en La Nación el 19 de abril de 1951, con el título Instancias a un poeta —encallado en las costas del Pacífico—.
Al otoño, de Carolina Coronado | Poema

Presurosas huyeron
las horas del verano caluroso:
del álamo frondoso
las hojas se cayeron:
otra estación mi vida
cuenta en quejas inútiles perdida.
Primavera, de Susana March | Poema

¡Ay, qué desconcierto
estar aquí, sin amor!
Tiembla la primavera
en cada miembro mío;
el aire engarza pájaros,
las nubes se desposan
como un príncipe rubio que las viste de oro;
un vegetal desmayo
Sistema audiovisual, de Alejandro Aura | Poema

¡Ah, gritemos!
¡Gritemos!
Ninguno ha de salirse con la suya,
con la misma vamos todos.
¡Gritemos!
Ningún escudo sirve,
ninguna malla defiende
y el parapeto del sueño
sólo es fino algodón envanecido.
Las ovejas, de Andrés Bello | Poema

«¿Líbranos de la fiera tiranía
de los humanos, Jove omnipotente
¡una oveja decía,
entregando el vellón a la tijera?
que en nuestra pobre gente
hace el pastor más daño
en la semana, que en el mes o el año
la garra de los tigres nos hiciera.
El amor de las cosas, de Andrés Trapiello | Poema

Y me senté por descansar del día
junto al gran ventanal
y estuve allí no sé qué largo rato.
Cansado estaba y triste y sin propósito
viendo correr el agua de la fuente.
Los del jardín eran colores foscos,
verdes que se enlutaban y unas rosas
Carta, de Félix Grande | Poema

Mi amada
estará pensando en mí:
¡la una de la madrugada!
¿El amor empieza así,
cada uno solo en su lecho,
sin dormir,
y deseando recibir
otro balazo en el pecho?